viernes, 8 de marzo de 2013

Tecnoestética

A vueltas con la “Tecnoestética”

Me siento en la necesidad de plasmar sobre el papel algunas de las reflexiones que he experimentado últimamente acerca del concepto (que no se si existe como tal concepto) de “Tecnoestética”.

Palabras y frases claves.
Caverna tecnológica, tecnología y visión del paisaje, Estética de la recepción , Información y Conocimiento, Felicidad y esclavitud, Juicio Crítico, Incomunicación en un mundo de la Comunicación, paisajes de contemplación, representación y acción,.

Desarrollo y reflexión.
Empezaré enseñando las cartas para que, en caso de divagar, centrar el tema. Mi crítica no es en contra de la Tecnología Digital, ni del mundo de la Información y la Comunicación. Mi crítica se centra en el abuso y en el fundamentalismo que existe en amplios sectores (cada vez más amplios) de la sociedad, que ha derivado en una estetización de la existencia basada en este tipo de tecnologías. Y ¿cuál es la consecuencia perversa que está produciendo dicha estetización? Estoy convencido que estamos ante una estética de la mercancía, cuyo interés es crear una tecnocracia de la sensibilidad y una estrategia de las apariencias, y que trae como consecuencia el desplazamiento interesado del aparecer por el ser. Desplazamiento que adormece la capacidad crítica e insensibiliza a la sociedad a la hora de afrontar los problemas verdaderamente importantes.
Platón, en su célebre mito de la caverna, relata una alegoría de la ignorancia que bien puede servir para nuestro devenir actual. Un grupo de seres humanos viven en una cueva profunda desde su nacimiento, atados de pies y manos a una pared, sin posibilidad de mirar ni a su derecha ni a su izquierda. Frente a ellos, una serie de objetos pasa de una lado a otro, como unos títeres de feria. Los encadenados no pueden ver otra cosa sino aquello que aparece frente a ellos. Por casualidades de la vida, uno de ellos se libera de sus cadenas, descubriendo detrás de la pared que aquellos objetos que habían visto desde niños no eran sino sombras de objetos físicos que alguien había colocado allí y los proyectaba a través de la luz del fuego. El liberado consiguió escapar de la cueva y descubrir la vida exterior. Al principio le costó acostumbrarse a la luz del sol, pero en poco tiempo cayó en la cuenta de la belleza de la vida fuera de la cueva y lo absurdo que había resultado vivir casi toda su vida encerrado, mirando sombras proyectadas y no cosas reales. Decidió bajar a la cueva y avisar a sus compañeros de cautiverio. No le hicieron caso. La costumbre de creer que la única vida verdadera era la de la caverna hizo que le tomaran por loco. ¿No somos los seres humanos contemporáneos muy parecidos a esos esclavos? En las próximas líneas describiré varios casos reales donde se pone de manifiesto dicha esclavitud.
Caso 1: En un apartado del tema “La experiencia estética de la naturaleza y la inmersión en lo virtual” se reflexiona sobre los paisajes de contemplación, representación y acción. En esa visión del paisaje basado en una estética de la recepción, ¿qué lugar ocuparían la experiencia que a continuación paso a relatar ?.
Como asiduo la montaña me encuentro con que cada vez más personas tienen la necesidad, y así lo hacen, de gravar, fotografiar, contar cada segundo de su vida en la naturaleza. Llegas al sitio más recóndito y “encaramados” en los lugares más inverosímiles se encuentra el reportero de turno contando todos los detalles para luego, como no, publicarlo en la red. ¿No se desvirtúa de este modo el paisaje de contemplación? ¿Qué juego libre de facultades puede haber si se está pendiente de lo extrínseco al propio ser, para centrarse en lo que aparecerá en la pantalla del ordenador? A todas luces observo un desplazamiento del papel del espectador por la del creador. Pero de un creador que en la mayoría de los casos, bajo la apariencia de arte digital, no es otra cosa que un cúmulo de datos con el fin de afirmar el propio ego.
Pero esto no solo ocurre en sitios tan puntuales como la montaña o en lugares estéticamente sublimes, la estetización tecnológica se observa en todo el mundo que nos rodea. Todo está mediatizado, instrumentalizado a través de un mundo digital, a través del cual (como las sombras de las cavernas) muchos seres humanos observan el supuesto mundo que les rodea.

Caso 2: Sólo hay que hacer alguna pregunta , o la confirmación de un dato, para que tu interlocutor saque su iPhone y busque la respuesta ¿correcta?. Es increíble la información que disponemos en la red. Eso es indudable. El problema está en que esa información, tan fácil de obtener como de crear, nos hace creer que es más fácil el hecho de conocer todo aquello que queramos. Pero esta estética de la información y el conocimiento tiene una trampa fácil de adivinar. La trampa consiste en hacer creer que la información equivale a conocimiento. El mundo digital, y toda la información de la que se puede disponer no es conocimiento si no se usa de forma efectiva el juicio crítico. El exceso de información tiene tantos efectos perversos como la falta de la misma. Como el sabio platónico, hay que intentar salir fuera de esa caverna tecnológica y despertar del adormecimiento general
Caso 3. Me centro por último en el tema de la comunicación. Una pequeña reflexión: ¿estamos todos realmente tan comunicados? Cuando se dice que el mundo se ha hecho pequeño gracias a la red ¿qué queremos decir? Creo que es cierto, la comunicación, como acepción de intercambio de datos, si que ha acortado distancias. El problema está cuando se produce un desplazamiento radical de la comunicación personal por la comunicación en red. No me encuentro con capacidad para adelantar los efectos que tiene para una sociedad que gran parte de su población pase gran parte de su vida sentado delante de una pantalla “comunicándose”. Creo que la comunicación virtual debe complementar a la comunicación humana, si me permite la expresión, tradicional. Me sorprende muchísimo ver por la calle a grupos de adolescentes sentados en cualquier banco o acerado, cada uno con su móvil, enviándose mensajes o wasap estando a un metro de distancia. Me sorprende que ese grupo sea adicto, si adicto al móvil, y sea además la preocupación número uno el que pueda perderse dicho aparato y estar incomunicado.


Conclusiones:
El profesor Ramón Besonías Román, en un artículo periodístico de hace un par de años decía:
“Quienes vivimos en la vorágine de la vida moderna no podemos apreciar los efectos perversos que provoca en nosotros”.
Se refería claro está al tema que estoy tratando. Creo que los efectos perversos todavía están por ver. Lo que sí veo claro es que se han creado en el ser humano una serie de necesidades fruto del mercado y las leyes de la mercadotecnia. Se promete felicidad a cambio de crédito. Crédito que nunca es suficiente para los magnates de las industrias tecnológicas.
Tal como nos dijo el sabio Aristóteles, la virtud se encuentra en justo medio. Sin renunciar al progreso y a los beneficios del uso de las llamadas nuevas tecnologías, hay que reflexionar, hay que intentar salir fuera de la cueva y ejercer crítica. Quizá de esa forma podamos romper algunas cadenas de esos grilletes a los que estamos amarrados en el mundo que nos ha tocado vivir.